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Al reflexionar sobre las imágenes no se puede perder de vista el medio social donde aparecieron. Medellín era una ciudad pequeña, de costumbres provincianas, con un acceso restringido al resto del país y al mundo como producto de una geografía agreste, quebrada y montañosa; sus habitantes, dadas las dificultades para la comunicación, se recogían y afirmaban en las tradiciones y costumbres conservadoras, con un marcado acento en los aspectos morales y religiosos. Igual que en el resto del país, la ciudad carecía de un amplio acceso a la educación y la cultura, su sociedad tenía un carácter patriarcal y dependía económicamente de la tierra, la minería y el comercio; el desarrollo industrial era escaso y estaba más próximo al artesanado, era necesario importar artículos de consumo final, como telas, vestuario, vinos, mobiliario y cualquier otro lujo que la vida diaria demandara o las normas sociales impusieran.

Los diez últimos años del siglo XIX muestran un especial interés en el desarrollo de la ciudad. El período histórico anterior se caracterizó por una vida económica regida por los frutos del campo, la minería y el comercio, con un sistema económico que empezó a cambiar en la última década del siglo. En un texto sobre Medellín, Fabio Botero resalta el año 1890 como el punto de partida de la ciudad propiamente dicha, cuando se iniciaron los procesos que le iban a dar su carácter. 1 En el período entre siglos se registró una población reducida que contaba con aproximadamente cincuenta mil habitantes, así describe Botero el desarrollo de la localidad: “El poblado de Medellín ha adquirido para entonces la complejidad, la riqueza estructural, la organicidad que le permite expresarse plenamente como ciudad”. En este tránsito fue determinante el cambio en las relaciones económicas, pues el dominio de sociedades familiares, comerciales y bancarias, le fue dando paso a sociedades empresariales más desarrolladas y complejas y ello permitió que se crearan empresas manufactureras. Dos artistas de la imagen, Melitón Rodríguez y Benjamín de la Calle, dejaron plasmada la sociedad de la época en sus producciones fotográficas.

Los diez últimos años del siglo XIX representaron el período que dio inicio a la transformación del pueblo en ciudad y el momento en que algunos ciudadanos cultos tuvieron la conciencia de crear los medios para mejorar el entorno que habitaban. En tal sentido, es interesante apoyarse en los recuerdos de Francisco Antonio Cano cuando rememora la creación de la Sociedad de Mejoras Públicas, cuyo movimiento se encaminó desde el comienzo a suplir las múltiples necesidades de Medellín: “aseo de la ciudad, saneamiento de habitaciones, canalización del río, construcción del acueducto, formación de parque y paseos, corrección de vías urbanas, etc”.

 Cano señala dos asuntos entre los primeros logros que alcanzó la mencionada Sociedad, uno fue sentar las bases para establecer una Oficina de Planeación de calles y edificaciones y el otro la creación de correos locales. Para impartir las artes en la región, la Sociedad ideó, en cabeza de su presidente José A. Gaviria, una institución cuyo objetivo era cultivar lo bello y así fue que para celebrar el centenario de la Independencia de Colombia se fundó el Instituto de Bellas Artes.

Respecto a lo económico, se produjeron cambios del orden artesanal al manufacturero y con base en modelos importados se inició la fundición de máquinas para el proceso de despulpe, lavado y trillado del café; también se conocieron experiencias en la construcción de telares, los cuales serían un producto emblemático de la industria Antioqueña. Algunos inversionistas que lograron sus capitales en el comercio y la minería, iniciaron la construcción de pequeñas industrias manufactureras encaminadas a elaborar productos finales en los ramos de calzado, chocolate, cerveza, cigarrillos, locería y otros; la presencia de estos productos es evidente en los avisos promocionales que aparecieron en la prensa y se recogen en el presente trabajo. Los avances se vieron suspendidos por la cruenta guerra civil colombiana que marcó el final del siglo XIX y abrió el siglo XX.

Se realiza en Colombia desde que se inició la publicación de los primeros diarios. El primer anuncio comercial apareció en 1801 en el periódico "Correo Curioso, Erudito, Económico y Mercantil" donde se anunciaba la venta de un esclavo mozo, de buen servicio, aparente para trabajo serio.
La primera Guerra Mundial y la consiguiente suspensión de la importación de manufacturas estimuló la industria nacional para superar la escasez, y desde un principio usaron la publicidad para asegurarse un mercado futuro y educar al pueblo hacia el consumo.

Bavaria Nació en 1889 en Bogotá, Cervecería Antioqueña en 1902 y luego Germania en Bogotá y Cervecería Libertad en Medellín. Su publicidad era en su mayoría importada de Europa y los Estados Unidos, orientada a los puntos de venta por medio de carteles, almanaques, murales y recuerdos publicitarios

En las ultimas dos décadas del siglo XIX existía una gran preocupación por la salud, cada persona se autometicaba y luego de haber probado la medicina se entregaba al mercado la receta, la cual se convertía en remedio eficaz para algún determinado mal, es así  como el “ Promotor” periódico de Barranquilla, publica en 1880 un aviso del “ Jarabe de Vida Reuter #1” que evitaba el dolor de cabeza y controlaba los nervios, es aquí como la publicidad gráfica empezó a influir en Colombia.

La primera vez  que los “creativos” de la época, recurren al testimonio de un personaje importante para darle publicidad a un producto fue en 1892, en el aviso publicado en el periódico de “ EL HERALDO” se intervino la opinión del Ministro de Relaciones Exteriores, Marco Fidel Suarez, el cual certificaba que el uso de la cerveza BAVAVARIA se había aliviado de una dispepsia crónica, Comienza así la utilización de  personalidades de la vida nacional como recurso publicitario.
En la misma década nace una nueva forma de vender, los periódicos colombianos no solo aparecen saturados de noticias, sino que brindan un espacio en su medio de comunicación para promover los distintos productos que se veían en esta época.


LAS PRIMERAS AGENCIAS

Fue por los tiempos de la gran crisis mundial, a fines de 1929, que surgieron las primeras agencias de publicidad en Colombia. Especialmente en Medellín, donde ya se había adquirido una conciencia industrial.


La primera agencia que surgió fue Comercio y Anuncio, de Alberto Mejía Botero y su primer cliente la refrigeradora Central de Medellín. En 1932, para obtener la cuenta de publicidad de Coltejer.

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